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miércoles, 27 de enero de 2016

Resiliencia familiar

    


 La resiliencia es la capacidad que tienen algunas personas y familias para enfrentarse a circunstancias difíciles, condiciones de vida adversas, a situaciones traumáticas y recuperarse saliendo fortalecido o incluso con más recursos.
Son aquellas capaces de focalizar la atención en las fortalezas y no en los problemas. En las soluciones y no en las dificultades.


Las familias resilientes son flexibles, con fuertes vínculos entre ellos y con otras personas. Son familias que han creado un clima tal, que es fácil expresar sentimientos, quizá incluso usando mucho el sentido el humor. Estas familias reconocen el sufrimiento y la participación de todos los miembros, y tienen la capacidad de dar un sentido a lo ocurrido, de ver la crisis como desafío compartido. 
Se caracterizará por mantener una comunicación asertiva, en la que se evitan las acusaciones y se comparten experiencias. El cariño, la aceptación incondicional, los límites claros y razonables, el apoyo mutuo, el respeto, funcionan como escudos protectores.




Factores protectores:

Aquellas familias que piden y aceptan ayudas, también tienen mayor posibilidad de sobrevivir a las crisis: turnarse para cuidar los enfermos, solicitar ayudas sociales (Centros de Día, residencias, tele-asistencia...), ayudas económicas, psicológicas, etc. Incluso la ayuda que pueden proporcionar los tratamientos psicofarmacológicos, y que por miedo o prejuicios a menudo se rechazan. 
Pero también las ayudas que otras personas quieran prestarnos. 

La resiliencia no es un rasgo inmutable, sino que es una cualidad variable y modificable, que se puede desarrollar y entrenar.
Se puede aprender estrategias de adaptación a situaciones difíciles para mejorar la calidad de vida: mejorando el nivel de confianza en uno mismo, fortaleciendo la autoestima y aprendiendo a regular las propias emociones. 
Esto nos convertirá en personas más competentes en todos los ámbitos y nos proporcionará herramientas para afrontar conflictos.



Formas ineficaces de afrontar las dificultades.

Escasa comunicación

Incapacidad para resolver conflictos o desacuerdos

Pobre resolución de problemas

Pobre división de responsabilidades

Insuficiente soporte emocional

Intolerancia de las diferencias

Sobredependencia de los otros



Funcionamiento familiar saludable:

Es aquel que posibilita a la familia cumplir exitosamente con los objetivos y funciones que le están socialmente asignados:
- La satisfacción de las necesidades afectivo-emocionales y materiales de todos los componentes de la familia.
- La transmisión de valores éticos y culturales
- La promoción y facilitación del proceso de socialización de sus miembros.
- El establecimiento de un equilibrio que sirva para enfrentar las tensiones que se vayan produciendo.
- Educación para la convivencia social.
- La creación de condiciones adecuadas para el desarrollo de la identidad personal y la adquisición de la identidad sexual.


La manera en la que la familia aborda las distintas etapas del ciclo vital, los eventos o tareas que se presentan en cada una de ellas, dependerá de los recursos y mecanismos de afrontamiento de que disponga, así como del estilo de funcionamiento de la familia.




Indicadores de dinámica y funcionamiento familiar saludable:

Los más significativos son la adaptabilidad o flexibilidad, la cohesión, el clima emocional y la comunicación.

La adaptabilidad familiar se refiere a la flexibilidad o capacidad de la familia para adaptar o cambiar sus reglas o normas de funcionamiento, roles, etc., ante la necesidad en un momento dado de tener que enfrentar determinados cambios, dificultades, crisis o conflictos. La no flexibilidad impide a la familia hacer un uso adecuado de sus recursos, y provoca un aferramiento a esquemas, normas, roles, actitudes. Lo que resulta poco funcional y dificulta encontrar una solución viable a la situación familiar problemática.

La cohesión es central en la dinámica familiar. Cuando la cohesión es estrecha, favorece el establecimiento de sólidos vínculos y un fuerte sentimiento de pertenencia con el grupo familiar.

La comunicación familiar refleja los patrones de interacción a través de los cuales los miembros de una familia interactúan, intercambian mensajes con contenidos afectivos, informativos o normativos. La adecuación o inadecuación de estos patrones de comunicación, juega un papel principal en la funcionalidad o disfuncionalidad de la familia. Expresa el grado en que sus miembros han aprendido a manifestar adecuadamente o no, sus sentimientos en relación con los otros.

En las familias saludables, predomina también un clima emocional afectivo positivo, lo cual potencia la integración familiar y eleva los recursos de la familia para enfrentar los conflictos y problemas que se puedan presentar a lo largo del ciclo vital evolutivo familiar.





Alicia Martín Martín



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