No deja de sorprenderme cada vez que miro
a mi alrededor, el constatar que a pesar de estar en una cultura digital, donde
tenemos al alcance numerosos canales para comunicarnos con los demás, estamos
perdiendo la capacidad para hablarnos y escucharnos.
Continuamente estamos conectados con los
demás, tenemos múltiples conversaciones en paralelo con el wassap, somos
capaces de hablar a la vez por movil y por chat…
Las nuevas tecnologías nos permiten
contactar con gente que está a miles de kilómetros de distancia al instante.
Nos permiten reencontrar antiguos amigos o compañeros de colegio...
Y sin embargo, nos olvidamos de hablar con
la persona que tenemos al lado. Ya no sabemos hablar mirándonos a la cara. Ya
no sabemos dedicarle la atención que esa persona necesita y se merece. Ya no
sabemos estar al lado de esa persona, aunque sea en silencio, sin hacer nada
más, simplemente disfrutando de esa intimidad.
Y en aquellos casos en los que sí buscamos ese momento para conversar, no siempre sabemos o nos atrevemos a compartir
nuestras preocupaciones y miedos.
Nos es más fácil expresarnos tras la
pantalla del ordenador o móvil. Nos refugiamos en ese escudo protector, que
evita que los demás detecten nuestros sentimientos, permitiéndonos elegir muy
bien nuestras palabras antes de enviar el mensaje. Nos permite coger el
suficiente valor, como para decir a esa persona lo que sentimos… y sin embargo ¿nos
atreveríamos a decírselo cara a cara?. ¡Parece tan fácil la comunicación así!.
Pero… ¿lo es de verdad?.
¿Cuántos de vosotros no habéis
experimentado algún malentendido, enfado, distanciamiento, por algo dicho en un sms?.
O por una respuesta que nunca llegó porque no se leyó, o porque la otra persona
no entendió que se esperaba una respuesta por su parte.
¿Es realmente tan fácil la comunicación
digital?. ¿Nos solemos sentir escuchados?. ¿Podemos identificar realmente los
sentimientos de la otra persona?.
La comunicación no solo son palabras
dichas o escritas. Para su verdadera comprensión tienen que ir acompañadas de
emoción, transmitida con un tono de voz determinado, una mirada, una postura
corporal…
Pero la comunicación, aun siendo cara a
cara, no siempre es fácil.
¿Cuántas veces hemos oído la frase de “me
siento solo aún estando rodeado de gente”?. ¡¡Y qué cierta es!!.
No todo el mundo tiene a alguien con quien
realmente pueda compartir sus sentimientos más profundos. No todo el mundo se
siente realmente escuchado o comprendido cuando consigue compartir sus miedos.
Porque no hemos aprendido a escuchar de
verdad, a hacer una escucha activa. Y porque no nos atrevemos a expresar del
todo nuestros pensamientos y sentimientos, cuando estos no son “socialmente
aceptados”. Estamos en una sociedad donde hay que aparentar que todo va bien, para
ser aceptado, ser exitoso y conseguir la felicidad.
Sin embargo, todos tenemos miedos y
sentimientos contradictorios. Todos sufrimos de una u otra manera ante las
frustraciones vitales. Y encima no podemos permitirnos expresarlo, porque al
hacerlo recibimos la coletilla de “no es para tanto”, “no hay que llorar por eso”, “hay
que ser fuerte”, “hay gente en peores circunstancias”…
¿Esas frases realmente consuelan?. ¿O encima nos autocensuramos por
tener esos pensamientos?.
Hay gente que consigue encontrar vías para
canalizar esos sentimientos temporalmente (correr, nadar, gritar,...). Pero al no compartir ese miedo, enfado, frustración… el sentimiento no desaparece del todo. Solo se adormece, como un cocodrilo esperando la
siguiente situación para atacar de nuevo...
¡Qué difícil es reconocer qué te está
pasando y encima encontrar las palabras adecuadas para expresarlo!. ¡Qué
difícil es realmente encontrar gente que nos haga sentir escuchados y
comprendidos!.
Pero por suerte, todo se puede aprender…
La comunicación y la inteligencia emocional se pueden mejorar.
¿Y tu?. ¿Sabes realmente escuchar y acoger
las emociones de otras personas?. ¿Sabes identificar y expresar las tuyas?. ¿O
eres de los que se ocupan el tiempo y la mente para no pensar?.
Alicia Martín Martín